Jabones artesanos ecológicos

Jabones artesanos ecológicos

martes, 10 de abril de 2012

Los viejos tiempos

Hoy he estado hablando con una vieja amiga de la infancia, recordando los juegos y juguetes con los que pasábamos las horas los niños de aquel entonces. La nostalgia que he sentido al hablar de aquellos tiempos me ha hecho volver a  recordar y a sentir una felicidad interior indescriptible, una sensación de júbilo que hacía tiempo ya no sentía.
Sin querer hemos comentado con cierta pena, como los niños de hoy en día no saben divetirse como los de entonces. Sus casas están llenas de cientos de juguetes, cada cual más sofisticado y con cada vez más funciones impresionantes, pero que no resultan divertidos nada más que el día del estreno. Se aburren como ostras, no saben emplear la imaginación porque su cabeza está llena de imágenes de la tele y dibujos animados que no hacen más que mostrarles mundos llenos de monstruos y de historias absurdas, como las que aparecen en la serie de Bob esponja. 
¿Dónde quedaron los viejos juguetes, esos que aun siendo de elaboración casera eran los más divertidos?
Algunos de mis favoritos, que aún recuerdo con muchísimo cariño porque con ellos viví unos momentos muy felices, son: la botibota casera, echa con una botella de detergente amarrada a una cuerda por el cuello y luego, con una lazada, atada a nuestro tobillo. La hacíamos girar alrededor, dando un saltido con la otra pierna cada vez que la cuerda pasaba por su lado.
Otro juguete casero muy divertido era el tirachinas casero. Lo fabricábamos cortando el cuello de una botella de agua o de leche, y colocando un globo sin boquilla por el agujero más estrecho. Disparábamos el tirachinas metiendo una piedrecita dentro del globo, estirábamos todo lo que podíamos, y disparábamos la piedrecita. 
Los zancos fabricados con latas de conservas grandes (de tomate triturado) eran espectaculares y nos permitían organizar unas carreras impresionantes en las que nos divertíamos como monos. 
Mi padre, que era carpintero, me hacía de pequeña una rueda de madera atada a un palo largo que servía como mango.  Cuando andaba, iba empujando la rueda que giraba sin cesar. 
Luego estaba el monopatín. Se construía con una tabla de madera que hacía de base, se comparaban cuatro ruedas de las buenas, se clavaban a dos ejes, y luego se hacía un eje de dirección. Nos sentábamos encima de la tabla, colocábamos las plantas de los pies sobre el eje de dirección, y nos tirábamos cuesta abajo a toda velocidad, dirigiendo con los pies la dirección del monopatín para no darnos un trancazo con alguna que otra pared. 
Un juguete que recuerdo pero que yo nunca he sabido fabricar, es la lanzadera para disparar los muelles metálicos de las pinzas de tender la ropa. Ese juguete lo utilizaban muchos los niños para matar salamanquesas.    

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